Luego de casi cinco años aún queda la cicatriz en la tierra por las muertes de hombres y mujeres en las torres gemelas en New York.
Es mi deseo que la paz de Dios repose en todas las ciudades de la tierra. Ya sea para New York como para Bagdad, tanto para Caracas como para La Habana, para Berlín como Paris. Tanto para Quito, Santiago o Lima.
Y es que la paz de Dios, no sólo significa ausencia de guerra, también significa completo, íntegridad, bienestar, salud, seguridad, reconciliación, todas estas características necesitamos vivir como seres humanos... como prójimos y vecinos del que esta a nuestro lado.
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