Comunidad basada en el honor

Desde hace un tiempo nos hemos venido reuniendo con una gran comunidad de jóvenes en el Perú. Hemos comprobado que Dios esta haciendo cosas nuevas con los jóvenes de una manera ágil y fresca, adaptando el poderoso mensaje del Reino de los cielos a las innumerables formas culturales en las que los jóvenes participan, como el arte, las ciencias, la tecnología, la política, la economía, etc.

He comprobado, además, que este movimiento ha empezado de manera paralela en otros lugares en Latinoamérica, por lo que veo que la estrategia de Dios es global. Estamos frente a una gran comunidad continental, que posee en su discurso y en su ética valores como la integridad, la solidaridad, la vida en común, la responsabilidad, la alegría, la responsabilidad, pero de entre todos estos, hay uno que me llama la atención y es que esta es una comunidad basada en el honor.

En el compromiso con la palabra dicha, en la ética impecable en las finanzas, en el área sexual y en los lazos familiares y de amistad.

Esta comunidad de honor no busca protagonismos (no los necesita), lo que busca es servirse unos a otros. No cree en el liderazgo sino en el servicio eficaz como paradigma de cambio en nuestra sociedad.

La mayoría de esta nueva generación de jóvenes emprendedores, ya tienen una carrera profesional o un oficio técnico o bien son empresarios que a su vez desarrollan labores ministeriales (pastorales, evangelistas, apostólicas, etc) y que se preocupan con servir a cada joven.

No aman los eventos y las poses en los posters, sino que trabajan silenciosamente aconsejando a uno por uno. Los cambios más profundos son los que se realizan en la intimidad de la oración y del discipulado.

No se hallan encerrados tras los muros de los templos, sino que desarrollan un papel activo en medio de la sociedad, obedeciendo el mandato de la Misión Completa de Dios.

A ellos dedico este post, jóvenes esforzados y valientes, fieles servidores de Jesús el Cristo, el Hijo del Dios viviente.