El ser siervo o ministro de Dios nos da la identidad de embajadores de Dios en la tierra, y desde esa posición no negociamos nuestras convicciones bíblicas ante la coyuntura política o económica. Sobre este tema nos escribe Ana Roncal (Presidenta del Centro de Gobierno), en un ensayo titulado CAFE DEUM.
Aquí un fragmento:
"Espero que los evangélicos... no hagan “Café Deum”, como lo llama una amiga mía, inteligente y graciosa, ante el nuevo régimen por instaurarse este año, ya que este sigue siendo en cualquier caso, parte del mismo “status quo”, ni más, ni menos. No pongamos coronas a quienes llegan al poder porque no ha habido quién enseñe a nuestro pueblo lo que es correcto, es decir “by default” (el menos malo), ni mucho menos empuñemos cruces ni extendamos alfombras rojas ante quienes juran sobre una Biblia con la más insultante indiferencia a su contenido. Si hay algo que deba caracterizar a los verdaderos cristianos es que, sabiendo a Quién servimos, y para qué, nunca nos inclinemos ante (ni pactemos con) los reyes de la tierra" (Leer completo).
Nota: CAFE DEUM en contraposición al famoso TE DEUM. En la foto el Presidente de Ucrania besa la Biblia al asumir su mando a principios de año.
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