
Ayer en la noche, mientras el cielo se teñía de las multicolores bombardas, pensaba en que cada una de esas luces en el cielo ejemplifica a cada uno de nosotros, y que ese destello efímero es nuestro paso por la tierra, un plazo muy corto pero suficiente para demostrar nuestra luz.
Que tu luz sea un reflejo de la del Maestro, aquel Jesús de Nazareth, quien enseñó la sencillez de la vida, quien habitó entre nosotros siendo Dios, aquel que partió el pan con hombres, el Amigo a quien sigo y dedico este año que empieza.
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