jueves, enero 03, 2008

El poder de las palabras de bendición

Ayer en la noche, me reuní con mis cuatro hijos, para contarles alguna historia que animase sus corazones; y vino mi esposa con la Biblia con el Salmo 2 para compartir.

Abrimos la Biblia, leímos el salmo y empezamos a meditar ¿qué es lo que nos llamaba la atención de dicho salmo?

(Cabe señalar que mis hijos se hallan de vacaciones y las quejas cuando llego a casa abundan propio de los intereses particulares de cada uno de ellos).

Hubo una frase que nos quedó en la mente: "bendecidos los que confían en Dios", y conversamos sobre la importancia de ser bendecidos y de bendecir, es decir, de declarar con nuestra boca palabras que alienten a los que nos rodean.

Para luego, terminar cada uno de ellos bendiciendo a su hermano.

Mientras escuchaba de los labios de cada uno de mis hijos cómo bendecía a su hermano, mi corazón se gozaba en saber que podemos cambiar las relaciones entre las personas con una sencilla palabra que transmita paz, ánimo y confianza. Mediante nuestras palabras podemos crear posibilidades y oportunidades, transmitir alegría y destino.

Oramos juntos y sentí que anoche fue una noche diferente, sentí que Dios se hallaba en medio de nosotros hablándonos de una manera tierna y a la vez cálida.

¿Qué pasaría si empezamos a bendecirnos, y a alentarnos los unos a los otros?¿Qué pasaría si empezaras a bendecir a los miembros de tu familia, a tus padres, a tu pareja, a tus hijos?

En definitiva, creo que la práctica de bendecir debe ser un hábito en nuestras vidas, que nos puede permitir mejorar nuestras relaciones, y demostrar en términos sencillos de qué se trata ser discípulo de Jesús.

2 comentarios:

Jenny dijo...

Que maravillosos tiempos son esos Jorge! que Dios les de toda la sabiduria necesaria para instruir a sus hijos en los caminos del Señor.
Un abrazo para toda tu familia!

Jorge M. Chávez dijo...

Hola Jenny, gracias por escribirme siempre y sigo aprendiendo de tus consejos que escribes en tu blog...

sigamos intercambiando tips.

Jorge